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Para dedicarse a la ciencia hay que aprender a descubrir

by Redacción Revista Aula
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María Susana Balda, originaria de Argentina y actualmente profesora en el Colegio Universitario de Londres, ubicado en Reino Unido, viajó a México en 1987 para realizar una estancia de investigación en el Cinvestav, en donde comenzó su interés por el estudio de la unión entre células, tema que le ha permitido hacer ciencia en instituciones de prestigio a nivel internacional.

Cuando cursaba la Licenciatura en Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires, a María Balda le apasionaba leer acerca de los descubrimientos científicos, por lo que decidió aprender a hacer ciencia y buscó ser voluntaria como técnica de laboratorio en el Instituto de Investigaciones Médicas de dicha Universidad, meses más tarde la contrataron.

En 1982 terminó la carrera y por sus primeras investigaciones recibió el premio de “Estimulación a la investigación científica” para jóvenes (menores de 26 años) que otorgaba la Facultad de Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Después aplicó a una beca de intercambio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, de Argentina, y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, de México, con el fin de continuar sus estudios del mecanismo de hipertensión en células renales.

Lo anterior ya que su asesor en la Universidad de Buenos Aires, Víctor Nahmod conocía a Marcelino Cereijido Mattioli, investigador del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav, y también el modelo experimental de células MDCK (epitelial de origen renal) que él desarrolló.

Los estudios progresaron y pidió una prolongación de la beca para hacer la tesis de doctorado que se enfocó en las señales intracelulares encargadas de regular el ensamblado de la unión estrecha de células epiteliales.

Para realizar su función de barrera, los epitelios y endotelios cuentan con diversos mecanismos, uno de ellos es la unión estrecha (que sella el espacio entre las células e impide el libre flujo de sustancias), el cual está regulado por condiciones fisiológicas específicas, pero se altera ante inflamación, heridas y algunas enfermedades, de ahí la relevancia de su estudio, explica María Balda, quien a la fecha cuenta con alrededor de 160 publicaciones y más de 14 mil citas a sus artículos científicos.

Es de destacar que su trabajo de doctorado fue publicado en el Journal of Membrane Biology en 1991 y en el año 2000 fue uno de los artículos científicos mexicanos más citados de acuerdo con Thomson Scientific.

“La experiencia en el laboratorio fue apasionante, con Marcelino Cereijido aprendí a descubrir, le agradezco por haberme enseñado, como él dice, a tomar una porción del caos y encontrarle un orden. Trabajar para hallar respuestas me ha brindado gran satisfacción, tan es así que sigo haciendo experimentos con mis estudiantes”, señala la investigadora.

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Después del Cinvestav María Balda consiguió la beca Anna Fuller de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, y junto con Jim Anderson obtuvo la secuencia de la primera proteína de la unión estrecha: Zonula occludens 1 (ZO-1); además, continuó los estudios sobre la unión estrecha y las señales intracelulares en colaboración con Marcelino Cereijido y Lorenza González Mariscal, del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Cinvestav.

En 1994 se trasladó a la Universidad de Ginebra, en Suiza, y colaboró con el científico Karl Matter en el análisis de la función de la ocludina, la primera proteína transmembranal identificada de las uniones estrechas, también en colaboración con Marcelino Cereijido. Para 2001 comenzó como líder de grupo en el Instituto de Oftalmología del Colegio Universitario de Londres y en 2011 obtuvo el cargo de profesora.

“Siempre me adapté bien al cambio y a la forma de hacer ciencia en otros países, pero tuve que desarrollar muchas habilidades, entre las más relevantes están tener pasión, conocimiento profundo del tema a tratar y aprender de los errores y de los colegas; además, es vital realizar otras actividades recreativas”, destaca la integrante del comité de la Sociedad Británica de Biología Celular y de la Real Sociedad de Biología.

A lo largo de su trayectoria científica, María Balda ha mantenido la colaboración con el Cinvestav, recibiendo a estudiantes en su laboratorio y realizando proyectos en conjunto con Marcelino Cereijido.

Actualmente, la investigadora continúa trabajando con la unión estrecha con miras a desarrollar estrategias terapéuticas que permitan tratar diversas enfermedades oculares. Ejemplo de lo anterior es el estudio de la proteína p114RhoGEF, que presenta mutaciones en pacientes con degeneración de la retina.

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