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Familia, drogas y escuela

by Pedro Flores Crespo
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Se le fue a la SEP una oportunidad para ser, aparte de informativa, educativa

Para reforzar la Estrategia Nacional sobre la prevención de adicciones (“Si te drogas, te dañas”), la Secretaría de Educación Pública (SEP) presentó el  9 de mayo las orientaciones para madres, padres y familias. Éstas aparecen ya en el sitio de la SEP y pronto en un folleto que será distribuido ampliamente.

Mientras la guía para docentes muestra “propuestas didácticas”, estas orientaciones contienen “información general sobre los daños por el consumo de drogas”. Ambas contienen datos sobre varias drogas en un tono superficial y de alarma. Esto último quizás como reflejo del perfil conservador del actual Gobierno Federal. Ese mismo día, durante “la mañanera”, el presidente tomó la palabra para decir que son los “valores” y la “familia” los que ha actuado como “escudo protector” para salvarnos de las drogas y de manera contradictoria, expresó: “porque en México hay tráfico de drogas, pero afortunadamente […] no hay consumo o es muy poco el consumo” (www.gob.mx). ¿Entonces para qué una estrategia nacional al respecto?

Pienso que es muy positivo que la SEP genere información y la distribuya a través de los canales gubernamentales. Por su alcance, podría ser muy útil si parten de un buen diagnóstico y tiene un enfoque práctico y realista. Al revisar las “orientaciones” para madres y padres, uno puede advertir que se omitieron partes como la referida a la “adolescencia como proceso de cambio”, la cual sí aparece en la guía docente. Hubiera sido muy útil incluirla en las orientaciones a padres pues podría sustentar el último apartado referido a “¿por qué los adolescentes consumen drogas?”. Se sabe que biológicamente hay cambios que pueden explicar ciertas estados de ánimo y que éstos moldean nuestro desarrollo y viceversa, cosa que muchos papás desconocemos. 

Desde hace varios años, me he preguntado por qué el “ministerio del pensamiento” no puede mutar de piel para dejar de ser el Ogro Filantrópico y convertirse en un Pedagogo Democrático.  En las orientaciones no se menciona, por ejemplo, el papel que podrían tener los consejos escolares de participación social en el objetivo de trabajar de manera conjunta por la salud y el bienestar de la niñez y juventud mexicana.

La política de participación social en la escuela data de hace 30 años y en sus orígenes tuvo errores que ahora se repiten como el de asumir que las madres y padres de familia sabemos cómo participar en la vida escolar. En el caso de la prevención de adicciones las cosas son más complejas. Puede ser que la familia no sea necesariamente un aliado, sino el origen de por qué un joven se siente abandonado, triste y deprimido.

El equipo de investigación del Laboratorio de Política Educativa (LAPoE), que impulsa la USEBEQ, ha detectado que algunos jóvenes de secundaria “pasan mucho rato solos”. Hay omisión de cuidados, diría una directiva, y esto sugiere la creación de una política de Estado distinta. Pero no todo es negativo, el LAPoE también ha identificado escuelas que son capaces de lidiar de manera efectiva con el tema de las drogas. Con esta experiencia, se pueden poner en marcha acciones interescolares para orientar a otras comunidades en riesgo y así ampliar la efectividad de la estrategia nacional en bien de todas y todos. Un enfoque realista es necesario. 

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