Inicio » Educación democrática en tiempos autoritarios

Educación democrática en tiempos autoritarios

by Pedro Flores Crespo
17 Vistas
Pizarra en aula con palabras “Democracia” y “Autoritarismo” escritas en contraste.
Pedro Flores Crespo
Pedro Flores Crespo

México y el mundo vuelven a enfrentar un desafío político e histórico. Aunque los gobiernos se elijan por voto, la mayoría de las opciones ganadoras son autoritarias. No importa si éstas se autonombran de “izquierda”, “derecha”, “progresistas”, “verdes” o “revolucionarias”. El sentido de la política y su práctica real cambiaron en un sentido que no estamos entendiendo del todo.

Ahora, los representantes gubernamentales pueden mentir diaria e impunemente pero al decir que están del lado “correcto de la historia” se vuelven impunes. Como consecuencia, la ineficiencia en el manejo de los asuntos públicos crece. No obstante, esto parece que ya no importa. Al haber atacado los principios que dan equilibrio y sostenimiento a la democracia (crítica, pluralismo, tolerancia, imparcialidad), los “nuevos” gobiernos son capaces de hacer que la gente aplauda la creación de universidades públicas “patito”, por ejemplo.

Es cierto que la política educativa de los gobiernos previos estuvo, en algún sentido, influenciada por la “arrogancia tecnocrática”. Recuérdese, por ejemplo, el empeño del gobierno de Ernesto Zedillo (1995-2000) por recortar el subsidio a las universidades públicas por no ser “rentable”. Lamentablemente, ahora se quiere hacer creer que para dejar atrás el periodo tecnocrático, hay que abrazar el “populismo simplificador”, como si no hubiera salidas razonables y más efectivas. Como el mérito individual “estratifica”, apoyemos mejor el corporativismo enmascarado de la “científica”.

Los tecnócratas y populistas están hermanados por la soberbia. Los primeros confían demasiado en sus cálculos y los segundos en su “moralidad”. No existe algo más allá de esto, por eso comúnmente fallan al desarrollar políticas públicas. Su acercamiento a la realidad es limitado.

Por eso, en los tiempos que vivimos se requiere (una vez más) impulsar una educación con un enfoque amplio y abierto que nos ayude a dejar de creer, por ejemplo, que por clasificar a un pensamiento o ideología ésta se vuelve inmediatamente en buena o mala per se. Necesitamos, en contraste, una educación que nos ayude a navegar por las “incomodidades” del pensamiento y el lenguaje para revisar razonadamente nuestras afiliaciones adquiridas por tradición.

Requerimos una educación que nos enseñe a detectar mentiras y tergiversaciones para no normalizarlas y quedar bien, ser populares o lograr infinidad de likes y followers. La verdad es impopular y la construimos mediante la discusión, diálogo y deliberación, no con Mañaneras, prohibiciones y control de medios.

En nuestros salones de clase y seminarios, podríamos comparar países que son democráticos con aquellos que no lo son para saber qué ha logrado cada uno de ellos en materia científica y humanística. Así podríamos valorar mejor la libertad por el saber y cómo organizarnos dentro de nuestras universidades para avanzar.

Una educación democrática nos impulsaría a la reflexividad. Es decir, a volver constantemente a revisar críticamente las cosas para hallar sus brillantes matices y dejar de creer en posiciones irreductibles. “El tonto afirma, el sabio duda”, parafraseando a Aristóteles.

En concreto, México y varios países del mundo tienen el reto de hacer que la educación no se adapte a los nuevos tiempos autoritarios con máscara de “transformación”. Requerimos de nuevo esa conciencia crítica y valiente de tantos maestros, investigadoras, pedagogos e intelectuales que hablaron antes que nosotros y enfrentaron con éxito el tiempo nublado y la involución de las consciencias.

Facebook Comentarios

También te puede interesar

Contacto

Revista Aula. Revista de periodismo y análisis especializado en temas educativos que fortalece el debate de manera libre y plural.

Publicaciones destacadas

Suscríbete

Suscribirse para recibir noticias de Revista Aula