Uno de los cimientos en que se finca la propuesta de reforma educativa que encabeza el Dr. Marx Arriaga, es que el magisterio nacional está indignado con el trato que …
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Cada que se dan a conocer los resultados de la evaluación que realiza la OCDE en torno a la educación en varios países, pasa lo mismo: ¿en qué lugar quedó México? Como si fuera la tabla de posiciones de una liga de futbol, una actitud dominante, pero estéril, se complace en reiterar que estamos en los últimos lugares, que es un desastre lo que ocurre en el país en esa materia.
Dice el dicho que no hay nada más eterno que el “mientras tanto”. Quizá no da para ser eterno —es que lo eterno es mucho más que muchísimo— pero vaya que tiene larga duración el periodo que lleva consigo esa expresión tan frecuente para sacarse de encima un tema delicado: vamos a hacer equis cosa (un parche, una solución parcial e inestable, o una modificación provisional determinada frente a un proceso o estructura social que manifiesta serios problemas) en lo que (mientras tanto) resolvemos de manera definitiva el asunto. Y suele añadirse: porque es muy complejo; es que es multifactorial o ha sucedido desde hace mucho tiempo, y es necesario, para enmendar lo torcido, pensarlo bien.
Nombran al Dr. Leonardo Lomelí Vanegas luego de ocho años de ser el secretario general de la UNAM durante todo el rectorado de Enrique Graue. ¿Qué significa? A bote pronto, continuidad. Más de lo mismo: por sobre todas las cosas, estabilidad. Que no se alteren, o que se renueven para provecho de todos, los pactos entre los grupos de poder en la Universidad.
El actual proceso de renovación de la rectoría de la Universidad Nacional ha sido inédito, y su novedad proviene, a mi entender, de la inesperada irrupción de una candidatura que no respetó en buena hora, porque es del todo innecesario los usos y costumbres considerados inmutables para ser factible.
Una palabra recorre a la Universidad Nacional: estabilidad. Enuncia un valor que se considera supremo. Se afirma que es la tarea central de la persona que sea designada para ocupar la rectoría, y se halla como denominador común, expresa o implícitamente, en la mayoría de las opiniones y los programas de trabajo (16 de 17 aspirantes) que se han conocido.
Si la propuesta es la impostergable necesidad de cambiar —mediante un proceso de diálogo responsable y plural— los procesos académicos, administrativos y del gobierno en la UNAM, es preciso que, desde el inicio, la forma apunte al fondo.
Para no perdernos en el berenjenal de acusaciones en el debate sobre el nuevo proyecto educativo en México, es necesario distinguir, como expresa Mara Robles, tres cosas: el modelo educativo: ¿para qué enseñar? ¿Cuál es el horizonte educativo del país? El modelo pedagógico: ¿cómo conducir el proceso para que los ambientes de aprendizaje sean más fértiles? y el modelo curricular: ¿
Enorme lección: si alguien se aprecia puro, seguidor a pie juntillas de una verdad incuestionable, considera toda pregunta, duda o crítica como amenaza; en aras de sostener su dicho descalifica a todo el que difiera y –si tiene poder– se apresura a poner en práctica las consecuencias de su fe.
En un artículo publicado el 4 de julio, titulado ¿Por qué #EsClaudia?, la Dra. Rosaura Ruiz, quien hasta el 14 de febrero ocupó la Secretaría de Educación, Ciencia y Tecnología e Innovación (SEVTIC) de la CDMX, expone las razones de su apoyo a la Dra. Sheinbaum para ser la que coordine los “Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”: es decir, para ser la candidata por Morena a la presidencia.
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