Ojalá en esta reforma educativa puedan sentarse las bases para desarrollar fascinación del deporte
Juan Martín López Calva
Para Ray, que perdió la vida en el deporte y tal vez con ello me arrebató la fascinación.
El deporte ha sido abordado en su reflexión desde muchas perspectivas y se ha entendido principalmente de tres maneras: como ejercicio físico que puede practicar cualquier persona con el principal objetivo, aunque no el único, de cuidar su salud; en segundo lugar, como actividad corporal lúdica encaminada al esparcimiento y al disfrute de quienes lo practican; en tercer lugar, como práctica competitiva de alto rendimiento que se convierte en espectáculo y en un tópico dramático de la vida social.
Francisco Galán Vélez. La fascinación del deporte: cuerpo, práctica, deporte y espectáculo. Introducción, pp. 25-26 (versión digital).
Decía el gran Sir Ken Robinson (1950-2020) que en nuestros sistemas educativos había un sustento que consideraba que el cuerpo era exclusivamente un medio de transporte de la cabeza. Ponía como ejemplo humorístico la observación de una cena baile en cualquier congreso académico o reunión universitaria, en la que puede observarse la casi total incapacidad de la mayoría de los profesores de llevar el ritmo de cualquier melodía y moverse de manera razonablemente coordinada.
Esta concepción está vigente en nuestro sistema educativo nacional en el que se sigue dando mucho mayor relevancia a las asignaturas que forman en lo cognitivo como Matemáticas, Lenguaje o Ciencias que a la Educación Física -que junto con la artística, la afectiva, la espiritual y otras- queda relegada a un plano que podría considerarse de relleno en los planes y programas de estudio.
Los profesores que se dedican a esta disciplina son formados aparte de los docentes generales y también tienen que experimentar muchas veces cierta mirada que les otorga menor estatus que a los profesores de ciencias o de disciplinas que educan lo racional, por parte de sus colegas, de los directores escolares e incluso de los padres de familia y los mismos estudiantes.
Muchas instituciones declaran en sus documentos y modelos educativos y presumen en sus discursos que promueven la formación integral de los estudiantes, pero en la vida cotidiana viven esta misma dicotomía y la priorización de la formación se rige bajo el principio de que el cuerpo es solamente el medio de transporte de la cabeza.
Traigo a colación este tema en el artículo de hoy a propósito de que el día de mañana, martes 18 de abril a las 17:30 hrs. en el Aula Sor Juana Inés de la Cruz de la UPAEP, se realizará la presentación del libro La fascinación del deporte: cuerpo, práctica, deporte y espectáculo, que bajo la coordinación y el liderazgo del Dr. Francisco Galán Vélez, gran filósofo y apasionado del deporte, congrega a un buen número de autores que reflexionan sobre distintos ángulos y disciplinas deportivas desde un punto de vista filosófico.
El libro en sí mismo es muy valioso y recomiendo ampliamente asistir o seguir por las redes sociales (Facebook y Youtube de U Radio UPAEP) esta presentación convocada por el Seminario Lonergan sobre el bien humano en construcción, la Dirección de Formación Humanista y la Facultad de Filosofía de la universidad y por supuesto, adquirir y leer el libro que está disponible en formato impreso y digital en muchas librerías y plataformas digitales.
Pero me parece muy relevante abordar el tema del deporte en la educación por lo que he dicho al inicio de este artículo y reflexionar un poco sobre estos tres ángulos que menciona el coordinador del libro desde los cuales se suele analizar el deporte y que, desde mi punto de vista, si se distinguieran e integraran adecuadamente en la vida escolar y universitaria, serían de gran valor formativo.
En primer lugar, en estos tiempos de preocupación -afortunada, aunque a veces exagerada y manipulada comercialmente- por la salud, la dimensión del deporte como actividad física que puede practicar cualquier persona con el fin de formar hábitos de vida saludable.
Esta primera dimensión es muy poco fomentada desde mi punto de vista y mi experiencia como educando -aunque ya llovió desde entonces- porque en gran medida las escuelas y los profesores de Educación Física orientan su trabajo hacia la formación de grupos selectos -selecciones representativas de la institución- para competir en los torneos de zonas escolares, estatales o nacionales, muy influidos por la cultura hollywoodense de esos formadores de campeones y estrellas deportivas que se presentan como héroes en las películas.
Poner mayor atención al deporte como actividad para cualquier estudiante por malo que pueda ser en su desempeño, fomentando una cultura del ejercicio físico como elemento relevante para una vida saludable y para el autocuidado debiera ser una prioridad educativa en todo el sistema escolar y universitario.
La segunda dimensión me parece aún más descuidada en la vida cotidiana de las escuelas. Se trata del deporte como factor de disfrute, diversión y esparcimiento de todos los educandos, para desarrollar la dimensión lúdica que todos tenemos en mayor o menor medida y contribuir a generar una convivencia escolar que haga de las instituciones educativas algo divertido, disfrutable, un espacio donde se puede pasarla bien.
En esta segunda dimensión subyace la creencia -en parte cierta pero también en parte distorsionada- de que para hacer deporte hay que sufrir, disciplinarse, subordinarse a un esfuerzo muchas veces desproporcionado y agotador que cultive la voluntad y la capacidad de resistencia, más que el gozo y la interacción como el homo ludens que también somos.
El cultivo de esta segunda dimensión sería fundamental en una formación integral equilibrada que combata la idea de la escuela como algo forzado, desagradable, disciplinador y punitivo más que un espacio de convivencia gozosa con los amigos y amigas que tienen una legítima aspiración a disfrutar su educación.
Finalmente, está la dimensión competitiva de alto rendimiento, que se convierte en espectáculo cuando se practica o se asiste a una competencia de alto nivel, donde los jugadores dominan su disciplina porque son especialmente hábiles para ella -son siempre una minoría porcentualmente hablando, en el conjunto de la población escolar- y disfrutan y nos hacen disfrutar de la práctica de cualquier actividad deportiva.
Esta tercera dimensión tampoco está suficientemente bien organizada ni distinguida de las otras dos, en el ámbito del sistema educativo y por ello, a diferencia de un buen número de otros países que cultivan estos talentos minoritarios desde la infancia y luego en la universidad hasta llegar al nivel olímpico o profesional, brindando apoyos suficientes y espacios, tiempos, instalaciones y condiciones adecuadas de entrenamiento y proyección, hacen destacar en las distintas competiciones internacionales a los atletas.
Ojalá ahora que estamos en un nuevo momento de reforma educativa puedan sentarse las bases para desarrollar desde la infancia la fascinación del deporte en las tres dimensiones que menciona Francisco Galán.
Nos vemos el martes en la presentación del libro.