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Migración, comunidad solidaria en Educación

“En la escuela estoy mejor.
Ayúdame a estar en ella.”

UNICEF 

El planteamiento curricular de la educación básica y de la  media superior se estructura a partir de un conjunto de ejes articuladores que refieren a temáticas de relevancia social que pueden abordarse en más de un campo formativo y con los contenidos específicos de cada grado, nivel y modalidad educativa a partir de procesos  formativos y relaciones pedagógicas que permitan comprender,  la lógica colonial que opera en nuestra experiencia humana cotidiana e ir reflexionando sobre la concreción de la justicia social, a partir de la movilización de los saberes y el conocimientos de las y los estudiantes, buscando  desarrollar una conciencia crítica de cómo la vida de las personas responden a fenómenos históricos y estructurales que les impactan directa o indirectamente en su vida familiar, escolar y comunitaria” (SEP, 2022 p. 97).

La población migrante que se moviliza principalmente a los Estados Unidos en nuestro país, se concentra en diez estados; en orden de importancia son: Baja California, Chihuahua, Jalisco, Tamaulipas, Michoacán, Sonora, Guanajuato, Estado de México, Puebla y Coahuila. Entre las dificultades que atraviesa esta población se encuentra que es invisibilizada, dada la poca o nula evidencia de su origen educativo o de su movilidad en uno u otro país, así como el sentimiento de frustración y no reconocimiento en el aula (Bustamante, 2020).

En el mundo, hay millones de niños, niñas, adolescentes NNA y jóvenes en tránsito. Algunos tuvieron que abandonar sus hogares debido a los conflictos, a la pobreza o al cambio climático; otros se marcharon con la esperanza de encontrar una vida mejor y más segura. Muchos de ellos se enfrentan a peligros, arrestos, dificultades y discriminación en el camino, en su lugar de destino o cuando regresan. No tiene que ser así.

UNICEF destaca que el sufrimiento y la exclusión de los NNA y jóvenes migrantes y desplazados no solo es inaceptable y que además se puede evitar. Los niños, ante todo, son niños, sin importar por qué abandonaron su hogar, cuál es su lugar de origen, dónde se encuentran o cómo llegaron hasta allí. Cada niño merece protección, atención y toda la ayuda y los servicios necesarios para salir adelante.

Una vez inscritos en escuelas mexicanas, pasan por experiencias culturales conflictivas, tanto en su ingreso escolar como en las interacciones con la comunidad educativa (compañeros, docentes, directores, etc.). Esta población tiene referentes y códigos culturales de la escuela estadounidense que, de acuerdo con las costumbres y tradiciones establecidas en México, permean la cultura escolar e incluso van más allá de esta. Ante tal panorama, es importante abordar las experiencias de dichos actores para conocer la realidad que viven tras el ingreso a su nueva escuela.

Existe una dimensión sociocultural que puede ser clave para el éxito o la deserción escolar de ellos, las  experiencias escolares contemplan las pautas, relaciones y costumbres que caracterizan la escuela, las cuales se proyectan hacia el entorno social inmediato y se amplían al ámbito formativo de la institución hacia los contextos familiar, laboral y de la vida civil, construyendo sus propias experiencias mediante una interacción en el entorno escolar que, a su vez, es moldeado por el contexto general.

La interdependencia entre cultura y escuela es tan íntima que entre ambas se produce una fusión. Deal y Peterson mencionan que   la cultura escolar es educativa en el sentido de que cala en la personalidad. Por otro lado, cada miembro de la comunidad contribuye con un sello a generar esa cultura. Es oportuno hacer estos comentarios porque frecuentemente se describe al sujeto como un mero receptor, sin reparar en que cada persona es también constructora de cultura (2009, pp. 39-40).

En México, hasta hace poco, el currículo escolar se utilizaba de manera homogénea para los NNA y los jóvenes que viven diferentes realidades sociales y culturales, ya que los más pobres y en exclusión social lejos de recibir una atención prioritaria reciben una atención precaria; espero que ahora sí, esto se vaya modificando. Sabemos que la cultura escolar está compuesta de reglas y tradiciones no escritas, normas y expectativas que lo permean todo (currículo oculto): el modo en que la gente actúa, cómo se visten, de qué hablan, si buscan o no ayuda en sus colegas y cómo se sienten en la escuela los alumnos, los docentes en su trabajo y con sus estudiantes porque no están aislados del contexto inmediato (Deal y Peterson, 2009). 

La escuela es la primera oportunidad que tienen los NNA y los jóvenes  para integrarse en un nuevo país y también la más importante, porque les ofrece una sensación de normalidad, los ayuda a desarrollar sus competencias lingüísticas y les facilita la integración en la escuela y en la sociedad, en donde la educación no formal juega un papel fundamental y las actividades de ocio que les proporcionan diversas organizaciones de la sociedad civil y fundaciones, muchas de ellas en colaboración con la UNICEF.

En el medio escolarizado, según Vargas (2019), las barreras educativas que enfrenta los NNA y los jóvenes migrantes, se pueden clasificar en estructurales, culturales y sociales. Las primeras se relacionan con el acceso a la escuela (la matrícula, la disponibilidad de cupo y los documentos requeridos); las segundas son dificultades derivadas del manejo del español y de las diferencias socioculturales en la escuela; las últimas tienen que ver con la separación familiar y la falta de redes sociales en la escuela, por lo que es urgente ponerlos en escena, tomando en cuenta las dificultades que viven en el momento de incorporarse a la escuela.

Las experiencias escolares que viven desde que ingresan al sistema educativo mexicano están atravesadas por disonancias socioculturales; primero por  los conflictos entre los referentes culturales que esta población  posee de la escuela estadounidense y los códigos culturales del nuevo contexto escolar (Bustamante, 2016), aunado a ello a que  la comunidad escolar no tiene información sobre su  situación y las  experiencias de vida de los alumnos, por  lo que se sigue presentando  la falta de inclusión socioeducativa ya que, a  pesar de los años que tengan en el país, se siguen sintiendo  excluidos e incomprendidos.

Es importante destacar que las autoridades escolares desconocen las  experiencias de los migrantes y aspectos socioculturales que les son propios, así también, la escasez de estrategias de algunos docentes para recibir, atender y educar en contextos  migrantes, especialmente como lo hemos destacado en este artículo, porque la escuela actúa como normalizadora de los sujetos que no se ajustan a los cánones sociales, sobre todo por diferencias de clase, étnicas y de condición etaria, por lo que  viven una realidad trastocada en sus relaciones sociales y escolares, lo cual, en ciertos casos, implica volver a empezar un ciclo escolar en otro país, retomar rutinas, aprender y convivir con el otro(Franco, 2017).

“En la escuela estoy mejor…ayúdame a estar en ella”, es la respuesta de UNICEF para la atención de los niños migrantes y desplazados, especialmente porque recuperar rutinas da una sensación de estabilidad y “normalidad” que el desplazamiento arrebata y porque es un espacio seguro donde se puede dar acompañamiento psicoemocional (juego, habilidades socioemocionales, alegría y bienestar).

Por eso la insistencia en que la población migrante en edad escolar obligatoria se deconstruya y el Estado replanteé políticas educativas que tomen en cuenta sus narrativas con el objetivo de crear un currículo que se adecúe a las exigencias contemporáneas. De esta forma, la inclusión y la diversidad permitirá ir construyendo comunidades solidarias que permitan ir formando una sociedad mucho más igualitaria y justa a través del diálogo, la reflexión, el aprendizaje y la colaboración.

El 9 de agosto a las 17 horas, estaré charlando sobre el tema Migración, comunidad solidaria en Educación a invitación del Consejo de Participación Ciudadana en Educación del Municipio de Puebla. La cita es en la 25 poniente 118, Col. El Carmen. Será un placer compartir con ustedes.

Referencias
Bustamante De la Cruz, Porfiria del Rosario. (2020). Experiencias escolares de jóvenes retornados de EUA a secundarias fronterizas de México. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud18(2), 1-20
Bustamante De la Cruz, Porfiria del Rosario (2016). Disonancias culturales entre alumnos retornados de EUA a Mexicali, Baja California [Tesis de maestría]. Instituto de Investigaciones Culturales; Museo UABC.
Deal, T. E., y Peterson, K. D. (2009). Shaping school culture: Pitfalls, paradoxes, & promises. Josey-Bass.
Franco, M. (2017). Sistemas educativos y migración: una mirada a la educación en Estados Unidos y México. Revista Mexicana de Investigación Educativa22(74), 705-728
UNICEF https://www.unicef.org/es/ninos-desplazados-migrantes-refugiados
Vargas, E. D. (2019). Los desafíos para la inclusión educativa de los migrantes de Estados Unidos a MéxicoEn E. Corzo (coord.), Migración de retorno y derechos sociales: barreras a la integración (pp.21-30) https://migracionderetorno.colmex.mx/wp-content/uploads/2019/06/COMPILADO_WEB.pdf

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