Por Filiberto Frausto Orozco
La docencia es una profesión sumamente demandante. Para poder propiciar la adquisición de aprendizajes y valores, promover el desarrollo de habilidades y cuidar que prevalezca el orden en el grupo de alumnos, el maestro requiere de la mayor concentración posible. Sin embargo, esto se vuelve una misión imposible debido a que día con día quienes se dedican a esta noble labor, deben realizar, por instrucciones de las autoridades educativas y otras dependencias gubernamentales, múltiples tareas que poco o nada tienen que ver con su labor fundamental. Como es de suponerse, estas frecuentes distracciones repercuten negativamente en el proceso enseñanza-aprendizaje, pero también en la acumulación de estrés en los mentores, afectación nerviosa que con el tiempo desencadena enfermedades diversas que les lleva a suspender periódicamente sus clases para poder atenderlas.
Aunque es un problema añejo sobre el que se ha discutido mucho, tanto, que los tomadores de decisiones en este ámbito han hecho el compromiso reiterado de simplificar trámites burocráticos para aminorar la carga administrativa, pero lo cierto es que cada año es peor.
Pero para quienes se vuelve un auténtico viacrucis es para las y los directores comisionados en escuelas multigrado, pues sin dejar de atender a su grupo, deben realizar el mismo papeleo y gestiones para su escuela que un director con clave, es decir, que solo cumple con esta función. En nuestra entidad, por sus condiciones geográficas y poblacionales, cerca del 50% de las escuelas de Educación Básica, enclavadas en comunidades pequeñas, son de organización incompleta.
Para los autores de la sobrecarga administrativa y burocrática no pedimos mucho, solo que sean un poco empáticos y se preocupen sinceramente por la educación, pues tanta distracción a la que conducen a las y los docentes con infinidad de trámites deriva en que las y los estudiantes no logren los aprendizajes esperados. Se sobreentiende que el tiempo efectivo de clases se reduce por lo menos a la mitad de la jornada. Pero no en pocas ocasiones, para poder cumplir con su función esencial, tienen que llevar el trabajo administrativo a su casa, restando, de esta manera, tiempo para atender asuntos personales o familiares, o bien, a la necesaria planeación de sus clases.
Es importante señalar que ese trabajo excesivo que realizan los docentes no tiene ningún tipo de remuneración. Es trabajo regalado a una institución que apela a la vocación profesional para súper explotarles.
¿Pero qué tipo de actividades les endilgan a las y los maestros?
Recoger, distribuir y solicitar los faltantes de libros de texto, actualizar el manual de convivencia escolar, gestionar la limpieza y acondicionamiento del plantel, adquirir los insumos que se requieren, reunir papelería para el programa de salud, recabar documentos para mochilas y uniformes, conformar comités de útiles escolares y uniformes, capturar información en plataformas poco funcionales, integrar comités de ahorro, parcela y cooperativa, organizar manuales y dirigir la rendición de cuentas de los recursos económicos, certificar la escuela como promotora de salud, coadyuvar a la elaboración del Plan de Trabajo de la APF, elaborar expedientes para el DIF para gestionar despensas, atender la cooperativa escolar lo que ahora implica la preparación de alimentos y aperitivos saludables, asistir a reuniones convocadas por el ayuntamiento para organizar desfiles y celebraciones, atención a SEDESOL, conformar el Comité de Participación Escolar, elaborar las plantillas de personal docente, expedición de constancias de estudios, capturar datos de los padres y madres de familia para solicitar la Beca Rita Cetina, atender a padres, madres y tutores y muchas actividades más.
La mayoría de estos trámites y capturas de información se realizan con los propios equipos de los profesores que a base de mucho esfuerzo y limitaciones económicas —su salario es siempre precario— adquieren para poder cumplir también con este compromiso. Sería un buen gesto por parte de los gobiernos estatal y federal que dotaran de un equipo de cómputo portátil.
Si resulta cansado leer tantas actividades, ¡Imaginen el tener que realizarlas de manera simultánea en que se atiende a un grupo de 20, 30 o hasta 40 estudiantes! ¿Verdad que sí urge atender realmente el asunto de la “Descarga Administrativa”?
Mejorar la educación en nuestro estado, compromiso no solo de los profesores sino del gobierno y de la sociedad en su conjunto, depende de múltiples factores. Adelgazar la sobrecarga docente es uno de ellos.
Es tiempo de que la educación de las nuevas generaciones con la que se les debe dotar de las herramientas suficientes para que puedan llevar una vida digna, así como la posibilidad de desenvolverse y relacionarse armónicamente en la sociedad a la que pertenecen y con el medio natural, se coloque en el centro del quehacer de los docentes y no sea una actividad relegada a un segundo plano.
*Secretario General del Comité Ejecutivo de la Sección 34 SNTE-CNTE
