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El magisterio: entre aumentos, libros de texto y… ¿el plan de estudio?

Como se esperaba, el pasado 15 de mayo, durante la conferencia de prensa del presidente de la República, se anunció con bombo y platillo un incremento salarial para el magisterio de 8.2%, retroactivo al mes de enero de este año. Algunos líderes de las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ahí presentes, encabezados por su dirigente nacional, Alfonso Cepeda, sin rubor alguno llenaron el recinto de aplausos. Sin embargo, la historia no terminó ahí pues, acto seguido, el mismo presidente López Obrador aseguró que, además de ese aumento al sector educativo: “ningún maestro ni trabajador de la educación ganaría menos de 16 mil pesos mensuales, que es el promedio que obtienen actualmente los trabajadores inscritos en el Seguro Social” (Presidencia de la República, 2023); anunció presidencial que, de nueva cuenta, levantó los aplausos y algarabía de los líderes sindicales. Parecería ser que, con esta acción, el pacto electoral entre ambas partes (AMLO y SNTE) para este año y, muy probablemente para el siguiente, se estaba sellando; el mensaje fue muy claro.

Por su parte, el discurso expresado por el líder del SNTE, más allá de los posibles señalamientos por la conocida inoperancia de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM), instancia encargada de los procesos de ingreso, promoción y reconocimiento del profesorado mexicano, fue eso, un simple y llano discurso que no hizo mella alguna; fue un simple llamado a misa porque, como se sabe, esa Unidad no es ni ha sido tocada con el pétalo de una rosa por nada y por nadie, aun cuando reiteradamente existan evidencias de las constantes violaciones a los derechos laborales y profesionales de los docentes.

En medio de este asunto, una pregunta pareció flotar en el aire: ¿de qué manera sería distribuido el incremento salarial anunciado por el presidente y aplaudido por el SNTE? Hasta el momento en que cierro estas líneas, ni la Secretaría de Educación Pública (SEP) ni el SNTE, han dado a conocer los posibles acuerdos que, indistintamente, tendrían que ser minutados e informados a los trabajadores de la educación. Por ello, y como parece obvio, las especulaciones sobre dicho aumento comenzaron a surgir entre el gremio, lo que generó que varios profesores dieran a conocer su punto de vista sobre este tema tomando como referencia lo sucedido el año pasado, pero también, los cálculos que pueden realizarse en razón de lo anunciado por el presidente.

El común que pude percibir en estos comentarios y análisis, es que no habría un aumento en su totalidad tal y como fue anunciado, así como el que tampoco ningún trabajador ganaría menos de 16 mil pesos; esto en razón de que los cálculos que pueden realizarse, dependerían de la clave presupuestal que tuviera asignada un docente, por ejemplo, si un profesor ganase 8 mil pesos quincenales, mensualmente estaría ganado 16 mil pesos, entonces en él ya no aplicaría la expresión presidencial porque su sueldo sería igual o hasta mayor a esa cantidad, solo podría aplicársele a este trabajador un posible aumento a sueldo base y a sus prestaciones, obviamente, dependiendo de lo acordado entre gobierno y SNTE. En consecuencia, pienso que lo anunciado por el presidente no significa echar campanas al vuelo porque, al igual que el año pasado, la distribución del aumento dependerá de la clave presupuestal que cada trabajador tenga asignada, ¿un tema electoral entonces?

Y bueno, como no todo podía ser miel sobre hojuelas, integrantes de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el día siguiente de los festejos, se plantaron en Palacio Nacional para exigir, entre otras tantas cuestiones, un aumento del 100% al salario. Sí, leyó usted bien, integrantes de la CNTE después de varios años, se manifestaron frente a Palacio Nacional, lo cual podría marcar, desde mi perspectiva ¿el rompimiento con el presidente por la soberbia e inoperancia del gobernador de Oaxaca? Habría que estar atento a ello. En próximas semanas, prácticamente arranca el proceso electoral rumbo al 2024 y las piezas comienzan a ser visibles y, por tanto, a moverse.

Ahora bien, por lo que respecta a los libros de texto gratuitos, el presidente López Obrador señaló que, poco más de “115 millones de estos ejemplares están en proceso de elaboración para preescolar, primaria, secundaria, así como los libros para docentes, títulos especiales y complementarios” (Presidencia de la República, 2023), hecho que revivió la polémica que, desde hace varias semanas se viene dando en razón, precisamente, de ese proceso de elaboración, de quienes vienen participando en éste y, sobre todo, por la supuesta ideología que contienen.

Es cierto, hay que decirlo, la SEP ha sido un fracaso monumental en cuanto a su estrategia de comunicación se refiere; en reiteradas ocasiones he señalado este gravísimo tema. Y es gravísimo, porque se supone que es una Dependencia que tiene que caracterizarse por comunicar por los canales institucionales las diversas acciones, proyectos, disposiciones, etcétera, que de ella emanan y no lo ha hecho; en su lugar, como bien se sabe, el magisterio y buena parte de la sociedad civil, por ejemplo, ha podido conocer el Plan de Estudio 2022 o los propios libros de texto porque, curiosamente, “se han filtrado” en las redes sociales. Estas “filtraciones” han sido un penoso ejercicio que, indudablemente, se ha convertido en el sello de en este sexenio, al menos, en materia educativa.

¿Lo anterior significaría restarle valor al trabajo que varias maestras y maestros aportaron en la construcción de estos materiales? En absoluto; pienso que su participación ha sido valiosa en tanto que, desde su perspectiva, conocimiento y experiencia, colaboraron en el diseño de dichos libros. Ellos, por sí mismos, merecen un especial agradecimiento. Qué si tendrán que hacerse ajustes o no después de que se hayan dado a conocer, me parece algo lógico y bastante pertinente que se realice, ¿o ya se nos olvidó que, durante el sexenio de Peña Nieto, con Aurelio Nuño, los libros de texto tuvieron errores garrafales que fueron corregidos? Es cierto, hay quienes la calidad educativa les ciega un poco y, por ello, pienso, se nublan esos recuerdos. Finalmente, por lo que se refiere a la ideología o no, varios maestros, académicos y hasta investigadores han dado su punto de vista mediante diversos textos o artículos que he leído a detalle, por lo que a mí concierne solo preguntaría, ¿en verdad que los libros de texto producidos en anteriores sexenios no estaban permeados por alguna ideología? De su contenido, hablaremos luego porque ese es un tema más extenso.

Por último, personalmente comienzo a percibir, entre maestras y maestros, cierta zozobra por la implementación del Plan de Estudios 2022; en algunos estados del país las autoridades educativas han solicitado que los colectivos docentes comiencen a elaborar las evaluaciones porque, en próximos días, se hará la entrega de las mismas, lo cual significa que el fin del ciclo escolar 2022-2023 se aproxima y, hasta el momento, se ha hablado poco de ello, es decir, de la implementación de dicho Plan. Se sabe que existen una serie de amparos que impidieron el “pilotaje” de este Plan en las escuelas; se sabe que también hay demandas por la impresión de los libros de texto; sin embargo, las autoridades educativas poco han informado al respecto, lo cual ha generado que, en muchas escuelas, corra el rumor que el Plan de Estudios se implementará en todos los grados-fases de educación básica, así como los libros de texto gratuitos o que, por esos mismos amparos, ninguna de estas cuestiones suceda.

Bien haría la SEP en dar claridad sobre este último tema, pero, si no me equivoco, no lo hará, porque precisamente su estrategia de comunicación ha sido un total y rotundo fracaso.

Al tiempo.

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