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La maraña de la reforma

“Los sociólogos del siglo XIX ya observaban que la escuela y la universidad eran instituciones particularmente resistentes al cambio, tendientes a hacer inercias, por el peso de la historia”. La expresión es del sociólogo argentino Emilio Tenti, en una entrevista para La Diaria Educación (7/1/2023) de Montevideo (bit.ly/3ZJgDmu). Es una exposición con referencias históricas y conceptuales. En su análisis critica al gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) por querer imponer una reforma contra la cultura del magisterio y las costumbres heredadas. Argumenta que Andrés Manuel López Obrador capitalizó el descontento, eso contó para ser electo presidente de México.

En la opinión de Tenti, la reforma de EPN falló porque no buscó consensuar con los docentes ni sus sindicatos (las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación). Era un proyecto de gran calado que no sólo perseguía una relación diferente entre el Estado y el magisterio, sino que fue contra la organización de los docentes. O quizá, digo yo, contra los liderazgos y la herencia del corporativismo. Perseveraba en un cambio laboral y cultural.

Por eso, vale la pena preguntarse qué pasará con las apuestas de Andrés Manuel López Obrador, englobadas en un artilugio narrativo que denomina cuarta transformación. En primer lugar, pienso que López Obrador entiende el valor de las organizaciones corporativas y de su regencia vertical, por eso lleva excelentes relaciones con la facción mayoritaria del SNTE. Asunto que se manifiesta en los elogios que se lanzan el Presidente y Alfonso Cepeda Salas, aunque a veces el líder sindical no se mide.

Cavilo que López Obrador también calibró con su instinto político la persistencia cultural del magisterio y por ello expresa con llaneza lo que quiere derrumbar, la “mal llamada” reforma educativa, pero tiene dificultades para formular un proyecto educativo. Él nunca habló del Acuerdo Educativo Nacional (y por eso, entre otras razones, Gilberto Guevara Niebla renunció a la Subsecretaría de Educación Básica), ni menciona a la Nueva Escuela Mexicana, aunque la secretaria Leticia Ramírez Amaya la recuperó, no le da la dimensión discursiva de cambio que le imprimió Esteban Moctezuma Barragán.

Donde especulo que a López Obrador le falló el cálculo fue con quienes pensó que eran sus aliados, los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. El corporativismo de la CNTE vive en diferente hábitat; su ideología asambleísta —que hacen valer aún con cambios en los métodos de elección de dirigentes seccionales— y la perseverancia de su carácter opositor entorpecen cualquier tentación de subordinarse al gobierno, a cualquier gobierno.

Además del ciclo sexenal, para consolidar el nuevo plan de estudios, aunque favorezca la persistencia cultural del magisterio y las inercias institucionales, López Obrador tiene en contra el peso de la historia y el tiempo sexenal mexicano.

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