De acuerdo con Wikipedia, “…en sentido estricto, la democracia es un tipo de organización del Estado en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, … es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.”
En la actualidad, México tiene un sistema democrático que ha ido construyendo históricamente a través de reformas electorales. No fue hasta fines del siglo pasado que el país dejó de ser gobernado por una “dictadura de partido”, que controlaba el acceso al poder. La reforma electoral de 1996 le dio autonomía al Instituto Federal Electoral (IFE), eliminando la injerencia del Ejecutivo y del Legislativo en la organización y calificación de las elecciones y le permitió controlar los recursos financieros de los partidos políticos. La reforma de 2014 convirtió al IFE en INE (Instituto Nacional Electoral), cuyas atribuciones se extendieron a los comicios locales. Sin embargo, recientemente se acaba de aprobar una nueva reforma electoral que, según el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM (Radiografía del Plan B), limita severamente la capacidad del INE para realizar sus funciones, lo que representa un grave retroceso del nivel democrático del país.
El reporte 2021 del Índice de Democracia (elaborado por la empresa británica que publica The Economist), México obtuvo una calificación de 5.57 (en una escala del 1 al 10), se ubicó en el lugar 86 (entre 167 naciones) y fue clasificado como un régimen híbrido (categoría que lo ubica entre el autoritarismo y una democracia imperfecta). El índice se basa en 60 indicadores agrupados en categorías que miden el pluralismo, las libertades civiles y la cultura política. “Las naciones con democracias híbridas suelen tener gobiernos que presionan a la oposición política, poderes judiciales no independientes, corrupción generalizada, acoso y presión sobre los medios de comunicación, un Estado de derecho anémico y defectos más pronunciados que las democracias defectuosas en el ámbito de una cultura política subdesarrollada, bajos niveles de participación en la política y problemas en el funcionamiento de la gobernanza”.
Levitsky y Ziblatt, en su libro Cómo mueren las democracias, plantean la fragilidad de los sistemas democráticos, que son susceptibles a los gobernantes autoritarios y populistas que desean concentrar el poder en una sola persona y que son apoyados por partidos políticos que no cumplen con la función de mantener al margen personajes demagogos o figuras extremistas (como el caso de Trump).
En su libro Democracia y Educación, Guevara Niebla asevera que ambos conceptos tienen una íntima relación, ya que el concepto de democracia republicana nace en los albores del siglo de la Ilustración, en el cual se pensaba que la libertad humana solo se lograría a través del cultivo de la razón y de la inteligencia, y que sus principales enemigos eran la ignorancia y el oscurantismo. Guevara Niebla afirma que la democracia depende de las virtudes de los ciudadanos: de la moral, inteligencia y voluntad de sus miembros. “La democracia requiere de ciudadanos que crean en la democracia, que compartan sus valores, que usen el diálogo como una manera de resolver los problemas y que participen activamente para que su voz sea escuchada y sus demandas atendidas.” La manera de formar a estos ciudadanos demócratas es a través de una educación que fomente la libertad de pensamiento y el pensamiento científico y que combata el pensamiento hegemónico y mágico; que se defiendan la dignidad de las personas y los derechos humanos; que se promueva la justicia económica y social y que se defienda la civilidad y la verdad; que se practique la tolerancia a la diversidad; y, que se respete la ley. Sin estos propósitos, la democracia se debilitará y, en un futuro mediato, estará en peligro de desaparecer.
Por desgracia, a juzgar por los contenidos de los nuevos planes y programas de estudio de la educación básica y los libros de texto que los acompañan, así como por las declaraciones de las autoridades educativas, la Nueva Escuela Mexicana (NEM) pretende imponer a todos los niños y jóvenes del país una sola visión del mundo (marxista) y excluir a las empresas de la edición de libros de texto. La NEM no está contribuyendo a alcanzar los objetivos de las democracias plenas, en las que se respetan las libertades civiles y políticas; en las que existen contrapesos, controles y equilibrios gubernamentales; un poder judicial independiente cuyas decisiones se hagan cumplir; y, medios de comunicación diversos e independientes, que no sean reprimidos ni acotados desde el poder Ejecutivo. México necesita una educación que fortalezca su sistema democrático, no que lo debilite.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff