
De acuerdo con la RAE (2001), la cultura es “un conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” Dicho concepto refiere que la pertenencia a una comunidad estará relacionada con el desarrollo de un “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” (ibídem). Una comunidad se encuentra integrada por diferentes grupos de personas que comparten una cultura, grupos de adultos mayores, adultos jóvenes, adolescentes y niños.
La comunidad se vuelve un espacio integrado por costumbres, tradiciones y espacios físicos que permiten el desarrollo de intereses en las personas que interactúan en ella. Hay quienes la definen como “el carácter de lo que es común, similitud, identidad; la reunión de personas que viven juntas, que tienen intereses comunes, en otras palabras, comunidad igual a común unidad” Robertis y Pascal (2007, como se citó en Osorio, 2023, p. 2). En este sentido, la comunidad se vuelve un punto de encuentro entre los adolescentes que forman parte de ella, y es en función de las experiencias que comienzan a desarrollar su identidad, de acuerdo con Aberastury (1982); en esta etapa se dan fluctuaciones en la identidad que generan notables variaciones que se ven reflejadas en la vestimenta; de acuerdo con la autora, el adolescente experimenta una revolución en su medio familiar y social, lo cual puede ocasionar problemas generacionales.
Al ser la adolescencia un momento de transición, que además se vive en el contexto social en el que están inmersos, la identidad será un factor que se verá altamente influenciado por el entorno. Durante algunas experiencia educativas en estados como Jalisco, Yucatán, Estado de México y actualmente Ciudad de México, identifico características en común que comparten las adolescencias, entre ellas la idea de dedicarse a oficios que sostienen la economía local, como mototaxistas, vendedores ambulantes, entre otros; sumado a ello, manifiestan un sentimiento de vergüenza relacionado con las tradiciones y costumbres de los lugares de procedencia, teniendo algunos de ellos una tendencia a rechazar en sí mismos la cultura de la que proceden.
¿Cuál es el lugar de la educación en la formación de la identidad?
“La educación debe ocuparse de los más jóvenes que se alegran y disfrutan de su juventud” (León, 2007, p. 8). Por lo tanto, la educación puede ser vista como una herramienta que permite dotar a los jóvenes de las comunidades de las habilidades necesarias para que en el desarrollo de su identidad exista el fortalecimiento del pensamiento crítico, mismo que en ellos se manifiesta a través de la curiosidad; los adultos alrededor de los adolescentes serán modelos que les permitirán reconocer sus capacidades y, a su vez, invitarles a desarrollar y fortalecer su máximo potencial, para que en su proceso de crecimiento puedan mirar la riqueza que tienen a su alrededor y tener un acompañamiento cálido y genuino en un momento de crisis, en el que la mayoría de los adolescentes no sabe qué hacer.
Acceder a oficios que forman parte de la comunidad abona a que las tradiciones se mantengan y sigan creciendo, sin embargo, que los adolescentes puedan reconocer la relevancia de las tradiciones les permitirá dar cuenta de que pueden tener experiencias educativas que les darán la oportunidad de transmitir su cultura, aprender de ella, llevarla con respeto y orgullo a otros lugares, para transformar sus realidades; la educación es una apuesta que se hace para dotar de experiencias a quienes con entusiasmo acuden a las aulas a encontrar conocimiento, pero también a encontrar-se.
El rol de la comunidad y de los educadores funge un papel importante en el desarrollo de la identidad de los adolescentes; la apuesta de los nuevos planes y programas que integran la NEM, permite mirar a la comunidad como un ambiente que propicia el aprendizaje, que permite acompañar a los jóvenes en el camino de apropiación de su cultura, sus tradiciones y también les permite dar cuenta de que en su camino de aprendizaje no están solos, y encontrarán docentes apasionados y familiares conocedores de tradiciones que podrán compartirles sus saberes, y llevarlos no sólo a otras comunidades, sino también a más lugares del mundo, rompiendo barreras. Las experiencias que he obtenido me han permitido reconocer que las comunidades poseen un potencial muy valioso y favorecen la identidad de los adolescentes; dar cuenta de esto, dota a los integrantes de una comunidad de resiliencia y sabiduría, pero también de oportunidades para crecer y transformar.
Acerca del autor
Ileana Andrade Patoni originaria de Otzolotepec, Estado de México, es Maestra en Liderazgo y Educación por Enseña por México. Es maestrante en Psicoterapia por la Universidad Intercontinental (UIC), Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de México. Tiene experiencia como facilitadora de campo en comunidades vulnerables, y actualmente es Tutora Educativa de Proyecto Nuevo Maestro, iniciativa de Radix Education.
Referencias
- RAE., (2001). Concepto de cultura. 22.ª Edición del Diccionario de la lengua española.
- Osorio O., (2003). El concepto de comunidad en los proyectos de intervención comunitaria: disonancias, opacidades y rupturas. Alteridades vol. 33 no.65 Ciudad de México. Recuperado: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-70172023000100061.
- Aberastury, A; Knobel, M. (1982). La Adolescencia Normal. Paidós. p.p. 35 a 103.
- León,. A. (2007). Qué es la educación. Educere v.11 n.39 Meridad dic. 2007. Recuperado de: https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-49102007000400003
- INEGI., (2020). Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/temas/educacion/
- SEP., (2019) La Nueva Escuela Mexicana: principios y orientaciones pedagógicas,. Subsecretaría Educación Media Superior.