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Tecnología y educación: el largo y desigual camino por recorrer

Ximena tiene 11 años, cursa el quinto grado en la Escuela Primaria “Rafael Ramírez Castañeda” de la alcaldía Tláhuac, en la Ciudad de México. 

Durante la pandemia, su maestra le enviaba tareas, lecturas y actividades a través de correo electrónico; además, tenían sesiones en vivo a distancia, discutían los contenidos de “Aprende en Casa” y compartían un foro de discusión en un blog. Todo parecía marchar bien. 

Sin embargo, Ximena no tiene computadora ni internet en casa, comparte el celular de su mamá con su hermana de 9 años que cursa tercer grado y la programación de “Aprende en Casa” se cruzaba en horarios entre ellas, pues sólo cuentan con una televisión en casa. 

Ante la Secretaría de Educación Pública (SEP), todo parecía ir conforme el plan de contingencia, pero la realidad confrontaba a los discursos. 

Así como Ximena, en México 24.84 por ciento de los estudiantes de entre 7 y 17 años no tiene acceso a internet y 4.47 por ciento no cuenta con televisión; además, se reportó que durante el periodo de pandemia y educación a distancia, 78.6 por ciento de las personas reportaron dificultades para continuar con la educación de niños y adolescentes en casa, por alguna de las siguientes razones: 48.5 por ciento por falta de computadora e internet y 31.4 por ciento por falta de apoyo por parte de las y los maestros.

El contexto social fue complejo: 32 por ciento de los hogares redujeron sus ingresos en más del 50 por ciento, el 73 por ciento experimentaron inseguridad alimentaria, 31 por ciento de adultos presentaron síntomas severos de ansiedad y el 23 por ciento síntomas de depresión.

Los docentes no la pasaron mejor. En una encuesta realizada por la misma Secretaría de Educación Pública, se reveló que el 48 por ciento de los maestros no recibió asesoría, apoyo o acompañamiento de las autoridades educativas para la implementación del programa Aprende en Casa.

Además, se reveló que, en algunos casos, hasta el 70 por ciento  del estudiantado no tuvo acceso a internet o recursos tecnológicos, mientras que el 32.7 por ciento del personal docente no tuvo acceso a estos servicios.

Más allá de los problemas de infraestructura, las consecuencias emocionales, también incidieron fuertemente en los procesos educativos.

Fotografía: Cuartoscuro

Según el estudio Educar en contingencia. La educación básica durante la COVID-19 en el que participaron investigadores de la Universidad Iberoamericana, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Panamericana, Universidad Autónoma de Guerrero y de la Universidad Anáhuac, tanto docentes como estudiantes presentaron riesgo conductual elevado asociado a diferentes aspectos como: mayor consumo de bebidas alcohólicas y café (solo en el caso de los adultos), menor calidad y horas de sueño, hábitos de alimentación modificados y un mayor tiempo frente a dispositivos electrónicos (pantallas de tv, celulares, tabletas, computadoras, etcétera).

Derivado de todo ello, se observa una enorme necesidad de atención para trabajar la capacidad de resiliencia, tanto en docentes como en estudiantes, así como potenciar más la capacidad de regulación emocional, en particular para aprender a manejar el enojo, la ansiedad y estrés de forma proactiva, y desarrollar estilos de afrontamiento más productivos, y menos reactivos, que permitan no caer en la autoinculpación, el escape o la evitación, y el aislamiento.

 Ante ello, ¿qué hacer? ¿Qué papel juegan los docentes, el sistema educativo nacional, estudiantes y responsables de familia y los desarrolladores de tecnología?

El estudio mencionado señala que con la contingencia sanitaria causada por la pandemia de la covid-19, la educación remota de emergencia convirtió a la tecnología en uno de los elementos más importantes, a la par que constatamos el descuido en la educación. 

Tanto en México como en otros países, destaca el análisis, se ha enfrentado la desigualdad digital. Se encontró que la enseñanza en línea enfrentó a docentes de todo el mundo a muchos desafíos, y sorprendió a muchos con poca o nula capacitación en habilidades digitales. 

Se encontró que México no cuenta con docentes capacitados que posean las competencias y conocimientos básicos en tecnología, menos aún, su aplicación didáctica para facilitar los aprendizajes. 

Ante la necesidad de una educación remota de emergencia, los gobiernos armaron diversas estrategias, según sus recursos y capacidad instalada.

En México, la Secretaría de Educación Pública, en consideración de la brecha digital existente, lanzó el programa Aprende en Casa que, apoyado en los libros de texto gratuitos, emplea además de diversas tecnologías, la televisión y la radio para la difusión de contenidos educativos.

El propósito fue principalmente la cobertura de una población estudiantil de más de 30 millones de estudiantes que trataba de incluir estrategias de capacitación docente en alianza con empresas para la capacitación en plataformas como Classroom de Google, Facebook y otras redes sociales.

Dentro de todas las mencionadas estrategias emergentes, diversos investigadores, analistas y expertos en la materia han visualizado la necesidad de un nuevo perfil de docente que, además del dominio de sus contenidos, deberá saber gestionar la información y administrar los medios y recursos para dinamizar los aprendizajes.

 A esta exigencia, hay que añadir un compromiso genuino con las tecnologías para solventar aspectos motivacionales en los alumnos, “pues estar conectado no es evidencia suficiente de lo que significa estar en línea y mucho menos de logro de los aprendizajes deseados”, señala el estudio. 

Además, advierte que las habilidades digitales deben estar en el centro de la formación de un nuevo docente. “En dicho trayecto formativo habrá de incluirse el manejo del tiempo y de las emociones, pues hay evidencia de docentes que perciben con agobio una jornada laboral de 7 días y 24 horas, llena de estrés por el flujo constante de correos electrónicos provenientes de estudiantes y autoridades escolares.”

El confinamiento tiene un componente socioemocional fundamental que se manifiesta en la ansiedad de “dar clases” con nuevas herramientas. En los alumnos también puede suceder algo similar. En Indonesia, por ejemplo, un grupo de investigadores describen a un país con una infraestructura insuficiente y con poca preparación del profesorado para impartir clases en línea. Documentan que el exceso de tareas y actividades causaron gran estrés a padres de familia y alumnos al grado tal que se han creado comisiones para la protección del niño ante lo que se considera un abuso de tiempo dedicado a la educación en línea.

¿Cómo acompañar a los docentes?

Ante ello, se debe tener bien clara la diferencia entre capacitar y acompañar, señala Jordi Rosquillas, director de Edvolution, una organización con sede en México y que opera en España, Colombia y Chile y que busca transformar la experiencia educativa con tecnología.

Esta institución que es socio oficial de Google for Education, vivió muy de cerca este proceso de transformación digital en México, con la alianza entre el gobierno federal y los docentes, al dotarlos herramientas de Google para utilizarlas y desarrollarlas en los procesos educativos de escuelas públicas y privadas. 

Jordi Rosquillas

Rosquillas, advierte que más allá de los problemas de recursos e infraestructura nacional, uno de los grandes obstáculos es el tiempo con el que cuentan los docentes para llevar un proceso de acompañamiento integral en cuestión de tecnología educativa.

Las tareas propias de la labor docente, la carga administrativa y la poca flexibilidad del sistema educativo, impide que se puedan implementar procesos que impacten positivamente en las aulas, detalla.

Ante ello, considera que las autoridades educativas, empresas y organizaciones involucradas con tecnología y educación no solo deben capacitar, sino también acompañar que se vaya adaptando a las condiciones, el contexto y los recursos para ello; sin embargo, considera que la formación docente, solo es una pieza de un fenómeno más grande llamado Transformación Digital.

Esta transformación debe estar acompañada, en primer lugar, de una infraestructura mínima de conexión, y, en segundo lugar, la garantía de que todas las escuelas y estudiantes puedan estar conectados de manera integral.

Retomar lo digital en la presencialidad

Recientemente, desde Edvolution advertían que en el regreso a clases presenciales, el sistema educativo olvidó incorporar los beneficios de aquellas herramientas digitales que marcaron la diferencia durante la pandemia, por lo que es necesario que tanto docentes como autoridades educativas hagan una evaluación e incorporen los elementos que mejoren la práctica docente.

Ante ello, se propone un proceso permanente de profesionalización docente que involucre tanto las herramientas tecnológicas así como los ambientes virtuales, además de un compromiso decidido del Estado para propiciar las condiciones necesarias para que estos beneficios lleguen a las escuelas que más lo necesitan.

Para muchos colegios la transformación digital es simplemente llenarse de nuevos equipos de cómputo y comprar licencias de software que prometen enseñar al estudiantado decenas de cosas nuevas; lamentablemente, en la mayoría de los casos, no tiene que pasar mucho tiempo para que se den cuenta que acaban de enviar a su equipo de TICs al precipicio, pues a partir de ese momento, no dejarán de recibir llamadas de parte del profesorado.

Otro problema al que se enfrentan los líderes educativos que deciden transformar sus instituciones, es poder medir los beneficios que han obtenido al adquirir licenciamiento de software, pues muchas veces se conforman solo con escuchar que los docentes dicen que las usan, y observar desde el pasillo a algún estudiante utilizarlo. 

Lo más importante: no abandonar a docentes ni a estudiantes

Al concluir el ciclo escolar, Ximena presentaba rezagos educativos frente a sus compañeros que sí tenían todas las posibilidades económicas, tecnológicas y de conexión para continuar sus procesos educativos. 

Al comenzar el siguiente ciclo escolar, sus padres decidieron endeudarse para adquirir una computadora. Este esfuerzo es encomiable. 

Los tutores hacen un esfuerzo enorme para que los estudiantes continúen sus procesos educativos, sin embargo, las autoridades deberían ponerse a la altura y generar las alianzas, condiciones y esfuerzos necesarios para evitar que las y los alumnos con menos recursos, queden atrás.

Es necesario que estos vínculos entre gobierno, docentes, estudiantes y autoridades educativas que buscan la incorporación y aprovechamiento de las diversas tecnologías, vayan de la mano de procesos de acompañamiento con todos los actores educativos. 

Solo así, Ximena, sus compañeros, maestros y padres, podrían aspirar a mejores oportunidades de desarrollo, abatir los rezagos escolares y reducir las brechas que tanto daño le han hecho al tejido social en nuestro país. 

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