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Entre la ASF y la confusión

Quizás uno de los apotegmas de la ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal” o la versión más radical: “Nada es nunca tan malo que no pueda empeorar”, ilustren la política educativa del gobierno de la cuarta transformación. A eso apunta el informe de la Auditoría Superior de la Federación.

No sólo la pandemia empeoró lo que marchaba mal y descompuso lo que transitaba más o menos, sino que las decisiones políticas dañaron el curso del sistema educativo mexicano. La ASF acaba presentar el recuento de daños del ciclo escolar pasado: de la falta de condiciones sanitarias para un regreso seguro a clases de los estudiantes de educación básica hasta su retroceso en lectura y matemáticas.

De acuerdo con la auditoría de desempeño, que la ASF publicó el 31 de octubre, la Secretaría de Educación Pública no contó con un diagnóstico sobre las condiciones sanitarias de las escuelas de educación básica previo al regreso a clases, el 30 de agosto de 2021. Sólo en cerca del 45% de los planteles de primaria y secundaria que abrieron sus puertas se cumplieron las 10 condiciones sanitarias para que alumnos y maestros trabajaran con cierta seguridad.

Sin caer en la narrativa del Palacio Nacional, la ASF sanciona que la austeridad republicana, hoy pobreza franciscana, perturba al sistema. Ni la SEP ni las 31 autoridades de educación locales (tampoco la de la Ciudad de México, que depende de la Secretaría) hicieron adecuaciones presupuestales para “elaborar un instrumento de planeación y apoyo para identificar acciones, propósitos, metas, seguimiento y evaluación sobre el regreso a las clases presenciales”.

La ASF también censura que la SEP y el ISSSTE prescribieron herramientas para el apoyo socioemocional de los alumnos con la finalidad de propiciar ambientes de escucha y apertura. Sin embargo, la SEP no ofreció información sobre el alcance de esos instrumentos.

El drama se encuentra en la pérdida de aprendizajes. La ASF reconoce que la SEP elaboró una guía para un diagnóstico de lo que los alumnos sabían y los resultados confirman una pérdida significativa.

Informa: “En lectura, los alumnos muestran una reducción de los aprendizajes de 20.9 puntos porcentuales, al pasar de 70.6% en segundo grado a 49.7% en sexto; en tanto que, en matemáticas, disminuyó en 16.7 puntos porcentuales, al pasar de 66.5% de aciertos en segundo grado a 49.8% en sexto”.

La “valoración diagnóstica” identificó que, entre los estudiantes de secundaria, en lectura se incrementó en 4.1 puntos porcentuales; ésa fue la buena noticia. Lo contrario pasó en matemáticas, materia en que el aprendizaje de los alumnos se redujo en 8.2 puntos.

Esas pérdidas se dieron en los tiempos de pandemia, pero ahora la SEP crea confusión entre las autoridades educativas respecto al proyecto piloto para el nuevo plan de estudio y marco curricular de la educación básica.

Pese a que hay una orden judicial de suspender dicho proyecto, en varios estados no saben qué hacer. Por ejemplo, el 31 de octubre, la Dirección General de Materiales Educativos de la SEP, en conjunto con la Secretaría de Educación del estado de Durango preparó la “Caravana de la Nueva Escuela Mexicana: Transformando Comunidades”. Pero, en Coahuila, el gobierno puso en pausa la ejecución del nuevo plan, hasta que el gobierno central indique con claridad lo que habrá de hacerse.

Para incrementar la confusión. La Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar no esclareció en qué se gastaron 27 millones 155 mil pesos de ese programa.

Parece que el gobierno formuló la política educativa bajo la inspiración de Murphy. Vamos de mal en peor. Y eso que el primer secretario de Educación Pública de este gobierno, Esteban Moctezuma Barragán, expresó el 14 de enero de 2019 “lo mejor está por venir”.

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