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En favor de la educación inútil

En el campo de la educación vivimos también el fenómeno de la cosmovisión utilitarista

El primer paso no es resolver el problema sino reformularlo para ver si realmente es un problema. Esto implica pensar… y es lo que no quieren que hagamos. Necesitamos una educación más general, incluso inservible… Por eso necesitamos la educación que está precisamente en la distancia entre la sociedad y sus necesidades… Estoy a favor de la educación inútil. No educación pragmática a corto plazo. necesitamos educación más general, universal y aparentemente inútil. Debemos oponernos a este entusiasmo pragmático.

Slavoj Žižek. Tomado de Leciones sobre educación. Tomado del blog: 

Ob Art. Lecciones sobre educación. 1. Zizek.

Vivimos tiempos de pragmatismo, en el mal sentido del término. Tiempos utilitaristas que se han entronizado lo inmediato, lo práctico, lo rentable como el esquema mental dominante para entender la realidad y construir el sentido de todas las actividades sociales y de la existencia humana.

El filósofo canadiense Bernard Lonergan, multicitado en mis trabajos académicos y en este espacio de opinión, llamaba a este fenómeno la desviación general del sentido común, una desviación de nuestras operaciones de la consciencia que hacen a toda la humanidad poner al conocimiento de sentido común como el único capaz de explicar el mundo y de explicarnos nuestra presencia en el planeta.

El conocimiento de sentido común, según el pensador jesuita, es imprescindible en nuestra vida, puesto que nos ayuda a resolver los problemas de la vida cotidiana de la forma más inteligente, razonable y responsable posible, pero es un conocimiento limitado porque se desarrolla vía ensayo-error de cada persona o grupo humano, se basa en la relación de los diversos datos con nuestra propia experiencia subjetiva, es aplicable sólo a lo particular concreto y tiene una visión inmediatista y utilitaria.

La absolutización de este tipo de conocimiento durante décadas, ha ido produciendo la enorme ola de pensamiento anticientífico -con evidencias tan claras como el terraplanismo, los movimientos antivacunas frente al COVID entre otras-, una corriente de pensamiento mitológico -con sus respectivas teorías de la conspiración y sus expresiones en supuestas teorías no fundamentadas de la felicidad y el desarrollo humano- y por supuesto, la hegemonía de la visión productivistaconsumista y economicista que dominan la cosmovisión y las estructuras del sistema mundo actual, incluyendo una eticidad centrada en el tener sobre el ser.

En el campo de la educación vivimos también este fenómeno de la cosmovisión utilitarista que se manifiesta en el relajamiento del rigor en el aprendizaje de los contenidos, en nombre de una supuesta educación humanista malentendida, la relativización o incluso descalificación de la relevancia de ciertas asignaturas y la visión de la escuela como una especie de centro de diversiones donde lo más importante es que el niño o el joven “la pase bien”, aún a costa de los aprendizajes indispensables para construir una vida que pueda considerarse humana.

Por otra parte, este pragmatismo -insisto, en su sentido negativo y no en el de la corriente filosófica así denominada- se ha apoderado de la educación desde la visión llamada neoliberal -cualquier cosa que esto signifique- o en la perspectiva que Nussbaum llama Educación para la renta que pretende que todo el sistema educativo se oriente hacia la mera capacitación técnica para la empleabilidad y la obediencia a un sistema económico y político que produce desigualdad, exclusión y violencia implícita o explícita.

Es por ello que resulta muy provocadora y sugerente la postura que declara uno de los filósofos contemporáneos de mayor cobertura mediática, el esloveno Slavoj Žižek en la entrevista de la que tomo el epígrafe de hoy. Se trata de un manifiesto en contra de la educación pragmática a corto plazo -la que se deriva del sesgo general del sentido común que provoca el ciclo amplio de decadencia de la civilización- para proponer en su lugar una educación inútil, una educación más general y universal, una formación que parezca incluso “inservible”.

Porque para poder enfrentar los grandes retos del mundo de hoy es necesario resolver múltiples problemas sistémicos y generar profundos cambios culturales y esto sólo puede lograrse a partir de una reformulación del problema para analizar críticamente si ese es el verdadero problema. De ahí que el pensador esloveno plantee la necesidad de una educación que se sitúe en la distancia entre la sociedad y sus necesidades.

En la misma entrevista, Žižek se pronuncia en contra de lo que hoy se considera indispensable en las posturas políticamente correctas de la educación como por ejemplo el tratar a los alumnos como sujetos y el construir una educación más democrática. Según él, “hay demasiada democracia en la educación…” y siguiendo a Badiou, plantea que está en favor de la necesidad de maestros “de verdad y más fuertes”. Se declara abiertamente en contra de los igualitarismos porque dice estar convencido de que “…solamente un Maestro -las mayúsculas están tomadas del original- nos puede salvar”.

En esta misma línea se posiciona en favor de la autoridad y propone que “…la función de la educación…debería ser impartir una noción de disciplina, sacrificio y autoridad…”

Muchas veces he defendido aquí la necesidad de una educación que trate al educando como sujeto -principio de autonomía en la ética profesional de principios-, pero también varias veces he planteado la necesidad de recuperar la disciplina y la centralidad del docente en el proceso de aprendizaje, señalando que el movimiento pendular de una educación centrada en el profesor a una educación centrada en el alumno, debería resolverse en una perspectiva que conciba el proceso educativo como centrado en la relación pedagógica entre ambos.

Retomando la idea de Žižek que en la entrevista citada se muestra en contra de las miradas simplistas en educación, considero que no es incompatible un proceso educativo en el que se considere al estudiante como sujeto, se trate de vivir una escuela que sea ejemplo de convivencia democrática y simultáneamiente se promuevan la disciplina, el sacrificio y la autoridad.

Porque la disciplina auténtica no es producto de una exigencia autoritaria y despersonalizante del educando sino de la formación de hábitos de constancia, posposición de la satisfacción y persistencia en la consecución de metas de aprendizaje a partir del convencimiento del valor de trabajar duro -implicando sacrificio que nace de la convicción y no de la coerción- que se logra a partir de un liderazgo del docente que se asume como autoridad, pero desde la concepción etimológica del término que significa servicio, trabajo para el crecimiento del otro.

Con esta salvedad que parte de la visión de complejidad, me pronuncio junto con el filósofo esloveno en favor de la construcción de una educación inútil.

Publicado originalmente en: https://www.e-consulta.com/opinion/2022-10-31/en-favor-de-la-educacion-inutil

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