Ícono del sitio Revista Aula

Elba Esther, de nuevo

Carlos Ornelas

“Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada” es una frase atribuida a Mark Twain. Y “No te mientas a ti mismo; el hombre [o mujer] que se miente a sí mismo y escucha sus propios engaños acaba por no distinguir su propia verdad” a Fyodor Dostoievski. 

El jueves de la semana pasada, en la entrega 96 de Latinus, Carlos Loret de Mola entrevistó por casi 50 minutos a Elba Esther Gordillo; el asunto no trascendió mucho porque los primeros 10 minutos del programa los dedicó al saqueo que hizo Guacamaya a la Sedena.

La señora Gordillo se vio en buena forma, lúcida y coherente en su expresión, mas no en su narrativa. Ratificó falsedades que, según evidencia pública, no se sostienen y habló de sus relaciones con expresidentes y de un pacto con el presidente López Obrador que, según ella, no respetó.

Un personaje que alcanzó notoriedad no escapa del escrutinio de la plaza pública. Hay biografías y documentos que patentizan sus invenciones. Saco dos a colación: “Yo concebí el INEE y propuse su independencia” y “siempre he sido rica”.

Hay bastantes testimonios, incluso del expresidente Vicente Fox, de que la idea de establecer un instituto de evaluación que monitoreara el desempeño de la educación nacional fue de Pablo Latapí, el notable investigador de la educación, su grupo de seguidores le dio forma y lo llevó a consultas en la Cámara de Diputados. Allí los vicarios de la señora Gordillo no se opusieron a su creación, pero la querían con una junta de gobierno paritaria, como la Carrera Magisterial.

Expresó que su riqueza es de siempre, agregó que nunca tocó los fondos sindicales para provecho propio. Entonces, si era rica ¿por qué trabajó de mesera en la Ciudad de México al mismo tiempo que era maestra en Nezahualcóyotl? Alguno de sus biógrafos retrató sus penurias.

Confirmó que fue ella, no el presidente Felipe Calderón, quién puso a su yerno como subsecretario de Educación Básica, que negoció en persona con Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y con los dos del PAN.

Pero que nunca pudo hablar con Peña Nieto, por más que buscó una entrevista. Afirmó que Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray malinformaron al entonces presidente electo, que ella nunca se opuso a la reforma educativa, sino que quería ofrecer el apoyo del SNTE, con ciertas condiciones. Pero no mencionó que en el Congreso Extraordinario del SNTE, en octubre de 2012, en Playa del Carmen, se aventó duro contra “ese que anda en Europa” (el presidente electo) y que el 6 de febrero de 2013, en la fiesta de su cumpleaños lanzó consignas contra la reforma y remató con lo que quería de epitafio: “aquí yace una guerrera”.

Insistió que ella es la presidenta del SNTE. En aquel congreso en la Rivera Maya cambió los estatutos para instituir el Consejo General Sindical para el Fortalecimiento de la Educación Pública y ella sería su presidente por seis años. Alfonso Cepeda Salas ya los modificó.

Habló del apoyo que le brindó a AMLO en su campaña y de un pacto que, por vía de Julio Scherer, estableció con él. A pesar de ser la presidenta, le propuse que el INE organizara una elección nacional entre el magisterio, dijo.

Algo hay de eso, el presidente López Obrador, en su mañanera del 8 de abril de 2019, expresó “’libertad sindical y democracia sindical’, ya hasta estoy reservando mi lugar en primera fila, quiero… ver a los maestros votando por primera vez en urnas de manera libre y en secreto, sin acarreos, sin amenazas, con democracia”.

Hoy está decepcionada de AMLO porque no le cumplió y le entregó la SEP a la Coordinadora; acreditó que Marcelo Ebrard es su candidato.

Elba Esther quiere regresar, sospecho que algo huele en el ambiente que le abre una oportunidad. Pero a fe mía que escucha sus propios engaños y no distingue la verdad. Su memoria es selectiva.

Twitter: @CarlosOrnelasN

Facebook Comentarios
Salir de la versión móvil