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Educación intercultural desde el corazón de docentes que mejoran su práctica pedagógica

SYLVIA SCHMELKES[*]

El valor de este libro es cuádruple. En primer lugar, muestra que la educación con enfoque intercultural en poblaciones indígenas es posible, al menos en la educación media superior y superior. En segundo lugar, muestra que son los propios docentes quienes pueden hacer posible la educación intercultural al recurrir a procesos sencillos, pero rigurosos, de investigación local. En tercer lugar, pone de manifiesto que la educación intercultural resulta más relevante para los estudiantes de estos niveles educativos que la que con normalidad se les ofrece, diseñada desde un contexto lejano a sus culturas. Y en cuarto lugar, plantea una propuesta de una universidad radicalmente intercultural que, desde sus trece años de existencia, de forma crítica, revisa su quehacer y se replantea el fortalecimiento de su presencia regional transformadora.

La primera parte del libro consta de diversos capítulos, varios de ellos productos de trabajos de una maestría en Educación y Gestión del Conocimiento, adaptada de una homónima impartida en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y coordinada por uno de los organizadores de este libro, Francisco Urrutia de la Torre, en el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA). Esta maestría estuvo destinada, de manera fundamental, a docentes del nivel medio superior que laboran en comunidades indígenas de Oaxaca. Con estructuras muy similares, los capítulos del libro relatan con claridad un problema detectado, que en general se refiere a la falta de interés de los estudiantes en las materias cursadas, en la ausencia de contenidos locales y cultural, y contextualmente relevantes en tales materias.

Entre los autores hay docentes de matemáticas, de comprensión lectora, de ciencias sociales, de ciencias naturales, de medio ambiente y de investigación. Enseguida, los capítulos tratan acerca del diseño de una pequeña investigación local que busca obtener la información necesaria para enfrentar estos problemas, que en todos los casos se lleva a cabo de manera empírica en las localidades donde trabajan los docentes. Se relata cómo se recoge la información y cómo se analiza, así como sus resultados.

Lo más interesante es la manera en que los autores traducen estos hallazgos en innovadores diseños de sus clases, las cuales ofrecen un mayor protagonismo a sus estudiantes, entregan contenidos aplicables al contexto e introducen conocimientos y valores propios de las localidades y de las culturas de los estudiantes a los que atienden. De esta manera, se sientan las bases para que las clases sean escenarios del diálogo epistemológico entre los conocimientos y las formas de conocer de dos o más culturas. Los diálogos son la base de la educación intercultural y fuente potencial de construcción de nuevos conocimientos y de nuevas herramientas para transformar nuestra realidad y para cuidar el medio ambiente, nuestra casa común. Esto se logra en las asignaturas que imparten los autores de estos capítulos, quienes muestran cómo es posible lograr este diálogo en el plan de estudios de las diferentes modalidades de bachillerato.

La posibilidad del diálogo epistemológico está ausente en la educación tradicional, por lo que se pierde la posibilidad de recrear la cultura propia y la riqueza que permite eso nuevo que se deriva del encuentro respetuoso entre conocimientos culturales diversos y entre diferentes formas de conocer. Las experiencias relatadas en estos capítulos sí lo logran, y con ello se reivindica la injusticia que representa el que los conocimientos no tengan el lugar que merecen en el diseño de nuestros sistemas educativos, sobre todo los propios de contextos multiculturales como el de México.

Aunque en ningún caso se hace un estudio de los resultados de estos innovadores diseños pedagógicos en el aprendizaje de los estudiantes —puesto que no era el propósito de lo referido en estas páginas—, los capítulos ofrecen muchos indicios acerca de estudiantes que se mostraban desmotivados e inatentos en sus estudios, quienes ahora encuentran más interesantes sus clases y se involucran más activamente en ellas. Ya señalaba Carlos Muñoz Izquierdo hace varios años que la relevancia es el componente más importante de la calidad de la educación, porque sin ella los demás componentes —la eficacia, la equidad y la eficiencia— difícilmente se logran. Los esfuerzos que estos capítulos relatan por ofrecer una educación intercultural son un ingrediente fundamental para mejorar la calidad de la educación que construyen en diálogo los docentes de educación media superior y los estudiantes indígenas.

Es interesante señalar que, si bien en un principio la propuesta educativa de la maestría en cuestión procedió de una universidad también jesuita, pero convencional y destinada principalmente al sector de la clase media urbana de Guadalajara, la experiencia de haberla desarrollado en una zona indígena y en un contexto multicultural tuvo repercusiones inversas y sirvió, junto con otras experiencias con otros pueblos indígenas, como insumo importante para la transformación de esta maestría en otra denominada Educación y Convivencia. Esto demuestra que la verdadera educación intercultural, la que se basa en el respeto y se da desde planos de igualdad, no puede ser unilateral y siempre resulta enriquecedora de manera mutua.

La segunda parte del libro relata, en cuatro capítulos, los esfuerzos colectivos realizados en el ISIA por diseñar una educación superior intercultural con relación a cada una de las funciones de la universidad: el currículo y, en consecuencia, la enseñanza, la investigación y la vinculación, articuladas en conjunto mediante una visión de la comunalidad en la vida universitaria, en la gestión del conocimiento. Así, los cuatro capítulos representan una propuesta radical de educación superior intercultural en una realidad universitaria multicultural como lo es el ISIA.

Todos los apartados comparten, como punto de partida, la filosofía ayuuk del wëjen-käjen que, como cita Cardoso en el primer capítulo de esta segunda parte, tomado del documento fundacional del ISIA, es[…] un dualismo del ayuuk, que significa brotar, despertar, desenrollar, desatar, desamarrar de la persona–gente en el tunk–pëjkk (trabajo y apropiación del trabajo), en la vida y para la vida (Tsënä’äyën– tanää’yën) (Cardoso, 2008, p.10). Yëjk’ëxpëjkpë es quien invita a salir del ensueño al jä’äy (persona–gente), quien muestra la urdimbre y la trama de la vida que jä’äy deberá destejer, y a la vez irá incorporando al propio tejido del ser y estar en comunidad.

En el fondo de esta filosofía está el crecimiento en comunidad, solo logrado a través de la inserción transformadora en el mundo.

En el caso del currículo, en esta filosofía se manifiesta el enfoque de la carrera de Comunicación para el Cambio Social: la defensa comunal del territorio. El currículo y la enseñanza salen de las cuatro paredes del aula para involucrarse con las organizaciones sociales, las radios comunitarias, las luchas de los pueblos contra quienes afectan su territorio. Lo que hace de la universidad una institución para la transformación que se arraiga y cambia la región en la que trabaja.

La investigación que se ha venido realizando en el ISIA  a lo largo de sus trece años de existencia es objeto de análisis y crítica, lo que conduce a un replanteamiento que propone que esta se oriente a fortalecer la relevancia de los programas educativos y la presencia de la institución en esta región altamente conflictiva debido, entre otras cosas, a la riqueza de sus recursos naturales, la presencia de megaproyectos de desarrollo y la incursión extractivista tanto del gobierno como de empresas nacionales e internacionales. Se trata de formar a los estudiantes como investigadores de esta realidad para que puedan incidir sobre ella con evidencias, involucrando a las comunidades en el proceso.

La filosofía de la comunalidad del intelectual ayuuk Floriberto Díaz es la base de esta propuesta. Se refiere a la forma de vida indígena que reconoce la igualdad de derechos de todos y todas, y basa su convivencia en la solidaridad, el compartir, el servir. Esta forma de vida está en la base del territorio, del trabajo, del poder y de las fiestas comunitarias y adquiere significados propios en función de la cultura y la cosmovisión de los diferentes pueblos. Como filosofía de vida se distingue con claridad de la de “occidente” que busca el beneficio individual por sobre el colectivo. Su presencia, su ausencia, su existencia amenazada, su instauración y su fortalecimiento se convierten en orientación fundamental de la investigación que se realiza en el ISIA.

La investigación debe estar enfocada en lo comunitario, convirtiendo a las comunidades en sujetos de la misma mediante la investigación–acción participativa, en torno a sus dos líneas prioritarias: lengua y cultura, y desarrollo regional sustentable.

La investigación, así entendida, no puede distinguirse de la vinculación universitaria. El capítulo dedicado a esta función relata la investigación participativa realizada para evaluar de forma crítica lo que el ISIA  ha venido haciendo en este sentido durante los últimos trece años mediante estancias comunitarias de trabajo y en otras universidades interculturales. Ello conduce a un replanteamiento de esta función en el que se privilegia el trabajo en el territorio del ISIA y se reconoce la necesidad de darle continuidad a los proyectos comunitarios y de fortalecer el seguimiento de los procesos formativos de los estudiantes. Se comienza a implementar en 2018, después de un semestre, se hace una evaluación. Se logra una mayor articulación de los procesos formativos a través de la enseñanza, la investigación y la vinculación.

El director general del ISIA, Francisco Morfín, cierra este planteamiento radical de una universidad intercultural al servicio de la defensa del territorio con un capítulo acerca de cómo la filosofía de la comunalidad se aplica en la vida universitaria en una situación de grandes limitaciones tecnológicas y económicas, y con un modelo educativo contrastante con el convencional que exige una continua lucha, una resistencia creativa para mantenerlo vivo y —como el wëjen–käken— en continuo “desenredamiento”.

Una línea de investigación y vinculación que el ISIA  ha cultivado a lo largo de sus trece años de existencia es la influencia sobre las escuelas de la región en el sentido de la interculturalidad profunda que se expresa en este libro. La primera parte del mismo es justo la concreción de esta intención territorial lograda a través de los trabajos de los estudiantes de la maestría impartida por el ISIA. El planteamiento intercultural radical del ISIA, fundado en el wëjen–käjen ayuuk y en la filosofía de la comunalidad, así como el compromiso asumido con la revitalización de las culturas y las lenguas indígenas, la defensa del territorio y la transformación socioambiental de la región se antoja, después de la lectura de este libro, como un proyecto anticipatorio sobre la función posible de las universidades como portadoras de un futuro necesario.

[*]  Socióloga y maestra en Investigación y Desarrollo Educativo por la Universidad Iberoamericana. Es Investigadora de la Educación desde 1970. Sus múltiples libros y artículos versan sobre la calidad de la educación, educación de adultos, formación en valores y educación intercultural. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, nivel II.

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