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De humanismo a conciencia

Así como no hay doctrina sin fe, tampoco hay política sin ideología. Ésta es el cemento que organiza pensamientos. La ideología puede empujar a que las masas confíen en sus líderes y den credibilidad a sus dichos. Si se hace caso a la narrativa de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, la educación seguirá por el camino trazado por Andrés Manuel López Obrador, pero con ciertos cambios, tanto en la retórica como en las propuestas prácticas que acaso profundicen el caos en que se encuentra la educación nacional.

Claudia Sheinbaum ya anunció que va a desaparecer la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior. Esto no estaba en la agenda original de la Cuatroté ni se anunció en las propuestas de gobierno de Morena. Puede suponerse, por lo tanto, que es una idea que emanó de la futura Presidenta. Esta suposición adquiere verosimilitud al recordar que ella militó en el movimiento de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1986-1987 que echó para abajo las propuestas del rector Jorge Carpizo. Tal vez allí Sheinbaum reafirmó su ideología de izquierda. Los activistas de ese tiempo estuvieron en contra de cualquier examen de admisión. Ella propone dar un giro y que la cercanía entre hogar y escuela de enseñanza media sea el criterio fundamental para decidir a qué institución deben inscribirse los egresados de secundaria. Asegura que todas las instalaciones serán de la misma calidad y no habrá “rechazados”.

Pienso que más pronto que tarde el gobierno se dará cuenta de la imposibilidad de ejecutar tal propuesta, será más impopular que el examen único de la Comipems. Tal vez surja como alternativa el ingreso por tómbola, como en las prepas de la Ciudad de México.

El sábado pasado, la futura Presidenta elogió al Presidente en la gira que hicieron juntos por Morelos, él para despedirse del pueblo, pero al mismo tiempo tirar línea sobre la continuidad de la Cuatroté, su política e ideología. El motivo, supervisar el progreso de las universidades Benito Juárez para el Bienestar. La ideología se resume en frases. La próxima Presidenta manifestó que cumplirá con el ideal de ampliar el derecho a la educación gratuita, humanista y científica. Reiteró que el neoliberalismo es la causa de todos los males.

La nota de Excélsior del domingo 28 citó a Claudia Sheinbaum: “El Presidente ha creado estas universidades, las universidades para el Bienestar ‘Benito Juárez’, y vamos a seguir fortaleciendo estas universidades porque nosotros defendemos, en la Cuarta Transformación, los derechos del pueblo de México que el neoliberalismo los quiso convertir en una mercancía”. La columna editorial del periódico, Frentes Políticos, reparó ante tal consigna: “Sheinbaum criticó al neoliberalismo por mercantilizar la educación y limitar el ingreso universitario. Pero, ¿qué ha fallado con estas universidades? Falta de infraestructura adecuada, personal insuficiente y planes de estudio mal diseñados han mermado su efectividad”.

Vislumbro una posibilidad. En la parte pedagógica, el asunto más debatido de la política educativa de la Cuatroté fue el nuevo plan de estudios. Sheinbaum no ha dado pistas de que se vaya a continuar con las propuestas de justicia curricular y soberanía cognitiva (cualquier cosa que quieran indicar), aunque sí dio ya un giro en la retórica. Presiento que en adelante escucharemos más revolución de las conciencias y menos humanismo mexicano. Acaso sea un espejismo, mas es tomar un poco de distancia de su mentor. La educación es demasiado importante como para dejar de prestarle atención a lo fundamental: el conocimiento y aprendizaje de los alumnos. Más becas ayudarán, pero no es la solución.

Para afianzar esta idea pido prestado a mi colega de estas páginas, Miguel Dová, palabras de su columna del domingo 28: “A mayor educación, menos adoctrinamiento, más rebelión interna, más necesidad de saber, de vivir mejor, de reafirmar la autoestima, de poner en valor la dignidad y, con ella, las ganas de ser autosuficiente, de no depender de dádivas, de no someterse ante nadie. Ni siquiera ante Dios”. En otras palabras, ni tanta fe ni tanta ideología.

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