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Competencias: parte y producto final del proceso educativo

Mariana González Morales*

El concepto de competencias ha sido encasillado bajo la idea de “competir”, acción que implica ser mejor que otro y que por el esfuerzo que hizo, se recompensa, mientras que al que pierde, no se le reconoce. Un claro ejemplo, es un maratón; determinado número de participantes tienen que correr lo más rápido que puedan para que lleguen a los primeros tres lugares, reciban un premio y sean reconocidos como “los mejores”.  Otro ejemplo podrían ser las olimpiadas, en donde diferentes países compiten entre sí, para saber quién es más competente entre ellos. 

Por lo tanto, considero que, cuando se comenzó a hablar de las competencias en el campo educativo o como parte del proceso educativo, este término fue, es y seguramente seguirá siendo un concepto que no termine de ser del todo entendido y comprendido, debido a la relación que se hace con el significado y los ejemplos del primer párrafo. Es fundamental identificar que las competencias están conformadas por habilidades, lo que implica (saber – hacer), conocimientos (saber – saber), actitudes (saber – ser) y algo muy importante es reconocer que lo que se realiza es con y para otros, es decir, (saber – estar). 

Esto quiere decir que es un proceso que no tiene fecha de vencimiento, pues se “pule” y se desarrolla a lo largo de la vida. La Doctora Laura Bárcenas, académica de la Universidad Iberoamericana Puebla comentaba que, las competencias no son constructos cerrados, sino que son múltiples combinaciones de nuestros diferentes recursos. Es decir, las habilidades, los conocimientos y los elementos ya mencionados, se integran y por lo tanto se complementan y fortalecen entre sí. Cabe recalcar que, un factor sumamente importante que interviene en el desarrollo de las competencias, es el contexto en el que cada uno de nosotros se desenvuelve. 

Como se ha señalado, las competencias en el ámbito educativo van más allá de obtener un ganador y un perdedor. Sino que es un proceso en el que las personas, llámense estudiantes, docentes, demuestran su capacidad para el desempeño y la interpretación. No cabe duda que, el mundo, la realidad a la que cada individuo se enfrenta, demanda o pone en descubierto diferentes tipos de necesidades e intereses. Esto lo menciono, dado que, a lo que hoy denominamos o llamamos como competencias, son el claro ejemplo, de la respuesta ante las exigencias del mercado; pues este demanda una mano de obra calificada y por ende competente. 

Entonces ¿esto quiere decir que el sistema educativo plantea a las competencias como elemento fundamental en su discurso únicamente para que el ciudadano contemporáneo responda a las necesidades del siglo XXI? Pues parece que sí, sin duda es un proceso que depende totalmente de cada persona; la iniciativa, el entusiasmo, el nivel de desempeño que se ejecuta al realizar alguna tarea son factores clave. A pesar de que las autoridades educativas o los discursos, busquen trabajar o formar para tener ciudadanos competentes, esto será o no posible según sea el interés de quien se está formando. En palabras de la Doctora Bárcenas, son los intereses quienes guían a las competencias.  

En suma, considero que las competencias contribuyen al desarrollo y crecimiento de las personas, pues como lo he mencionado, es un proceso que se trabaja en todas las etapas. Seguramente existen distintas complicaciones que se pueden presentar en la operación de las mismas. La primera sería el no tener claridad del concepto y sobre todo el no reconocer a las competencias como parte y producto final del proceso educativo. Por lo tanto, uno de los principales retos que tiene nuestro sistema educativo y los que formamos parte de él, es que debemos reconocernos como los principales agentes que contribuyan a formular y reformular lo que se sabe y lo que no, para que cuando se hable de competencias no pensemos en un maratón sino en un proceso que se mejora y desarrolla a lo largo de nuestro camino. 

*Mariana González Morales, perteneciente al Consejo Estudiantil de la Licenciatura en Procesos Educativos de la Universidad Iberoamericana Puebla

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