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Carta para el nuevo gobierno de México: no olviden a la educación

Guillermo López Franco

Al momento de escribir estas líneas, ignoro quién encabezará el próximo gobierno federal, quiénes resultaron electos gobernadores y quiénes tendrán un asiento en la próxima legislatura del Congreso de la Unión. Eso ya se decidirá por cada uno de los ciudadanos.

Quien sea que gane, encontrará cierto que el tamaño de la responsabilidad que los sufragios dejarán en sus manos supera en mucho las propuestas y los buenos deseos. Se necesita el talento y esfuerzo diario de muchos funcionarios para atender las necesidades del país.

Los retos que enfrenta México son muchos y acuciantes. En esta ocasión, hablaré solo de la educación, que ya es un área de suyo amplia y complicada, no sólo porque hay que atender a más de 34 millones de estudiantes de todos los niveles y modalidades, cada uno con sus necesidades y expectativas.

La educación en México de los últimos cien años ha tenido un desarrollo lleno de contrastes, agridulce. Por una parte, tenemos grandes logros como un sistema público de cobertura nacional, los libros de texto, algunas de las principales universidades de Iberoamérica y una gradual, aunque constante, mejora en el nivel educativo de los mexicanos. En contraste, aún enfrentamos el flagelo del analfabetismo y rezago, persiste una gran desigualdad de acceso y calidad a los servicios educativos y todavía contamos con aprendizajes por debajo de la expectativa a nivel internacional.

La educación es la herramienta fundamental para el desarrollo de cualquier país. Si en algo se debe invertir tiempo, dinero y trabajo por parte del gobierno es en garantizar el derecho a la educación de los ciudadanos. La falta de esmero en el cumplimiento de este deber puede perjudicar a toda una generación. No hay atajo o remiendo posible. 

Con esto en cuenta, a cualquiera que se elija para dirigir las acciones del gobierno y definir las políticas públicas, puede tomar las siguientes ideas para reflexionar sobre cuál va a ser su tratamiento del sector educativo en los próximos años:

La tarea no es sencilla. Pero la educación, al igual que las demás áreas de la administración educativa, ameritan todo el profesionalismo de los funcionarios y, probablemente, una vocación especial que no siempre se encuentra. Como lo dice el artículo 3° Constitucional, a la educación le estorban fanatismos, dogmas o agendas particulares; lo que se requiere son ideas y aplicaciones positivas y funcionales. Eso es lo que se espera del nuevo gobierno. En caso contrario, que los millones de estudiantes, padres de familia y maestros lo demandarán.

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